El año pasado, despuésde la devastación que dejó el paso del Huracán María por Puerto Rico me di a la tarea de buscar herramientas y formas de procesar la desgracia que acababa de ocurrir y levantarme para continuar sirviendo y aportando a quienes lo necesitaran. Y es que, después de lo ocurrido me encontraba, al igual que la mayoría de lospuertorriqueños, en una especie de estado de “shock”. No era para menos, muchas personas lo perdieron todo. Teníamos un país entero en duelo con grandes pérdidas que aún no se han logrado recuperar.
Fueron varios meses muy desafiantes. Ocurrieron muchas cosas que estaban totalmente fuera de nuestro control. Hubo momentos en los que me desesperé, me enojé, lloré y me cuestioné por qué había elegido seguir pasando tantas dificultades aquí en la Isla en vez de irme a otro lugar en búsqueda de alivio.
Había escasez de agua, alimentos, gasolina, los servicios básicos no estaban accesibles. En medio de aquellos días en los que no había electricidad, ni señal telefónica, mucho menos Internet y los medios de comunicación estababan destrozados, excepto por una sola emisora de radio, decidí invertir el poco tiempo libre que tenía en actividades que aportaran a mi bienestar emocional, espiritual, físico y mental.
La lectura, el ejercicio y el descanso, jugaron un papel importante en mantener ese bienestar emocional, físico y mental del que hablaba. Aproveché para ponerme al día en la lectura de algunos libros que me apoyaron a transformar mi actitud sobre lo ocurrido y entender que para aportar a la recuperación de la Isla, debía comenzar por mí.
Uno de los libros que leí era como un curso básico de ajedrez, que contenía ejercicios prácticos al final de cada lección. Según iba avanzando en la lectura, iba poniendo en práctica lo aprendido en el tablero. Jamás me había interesado el ajedrez en mi vida, pero ese momento eso era lo que tenía accesible y disponible, y se convirtió en una herramienta valiosa para mi bienestar mental. Varios días más tarde, noté como el ajedrez me ayudó a organizar mis ideas, a definir una estrategia con respecto a los próximos pasos que tomaría. Ésto me apoyó a re-incorporarme a mis labores y continuar sirviendo a clientes que muy pronto aparecieron a requerir servicios de asesoría de carrera con caracter de urgencia.
También, leí el libro 12 Week Year* de Brian P. Moran, el cual me inspiró a maximizar esas últimas 12 semanas del año y terminar el año logrando los objetivos que me había propuesto a pesar de lo ocurrido. Le saqué tanto provecho a la lectura de este libro que dedicaré un artículo completo para compartirles más detalles sobre lo que aprendí próximamente.
Ejercitarme y prestarle atención al cuidado de la salud fue clave, como dicen por ahí: “mente sana en cuerpo sano.” El ejercicio fue un reto porque salía a caminar por el vecindario y eso implicaba ver nuevamente las calles llenas de escombros y los daños ocasionados por el huracán. Sin embargo, descubrí que la actitud puede hacer toda la diferencia. Me programé a pensar que lo que veían mis ojos sería pasajero y empecé a sentir esperanza y a tener fe en la pronta recuperación del País. Dejé de obsesionarme con lo que mis ojos veían y empecé a confiar en que todo eventualmente mejoraría.
Salir afuera, tomar un poco de aire fresco y de sol, definitivamente no solo me beneficiaba a nivel físico sino también espiritual. A veces, prestaba atención a las pequeñas señales de mejoría y otras, escuchaba algún audiolibro através del teléfono mientras caminaba. El ejercicio me mantuvo fuerte, saludable y en estado óptimo fisicamente para atender las distintas situaciones que surgieron a consecuencia de los estragos del huracán. Me brindaba la energía para resistir las largas filas durante horas que había que hacer para comprar agua, conseguir gasolina o los medicamentos para mis padres.
Al poco tiempo, algunos de los clubes Toastmasters retomaron sus reuniones y participar de ellas fue una de las mejores decisiones ya que era como “regresar a la normalidad”. Era un espacio para disfrutar escuchando las historias de cada uno y pasar un rato agradable. Reunirnos nos permitió crear valiosas experiencias de aprendizaje juntos en medio de tanto caos y confusión. Compartir con personas positivas con una gran fortaleza y espíritu de continuar hacia adelante ayudó a fortalecer mi espíritu también. ¡Era admirable ver a este grupo de socios salir de sus trabajos o sus casas a manejar por aquellas calles y avenidas oscuras donde los semáforos ni funcionaban para llegar a la reunión! Y luego, regesar a sus casas, que en su mayoría seguían sin electricidad.
Oraba, meditaba y me congregaba. Agradecía a Dios por cada alimento, cada vaso de agua, por la salud y tener cerca a mi familia, así como todas las lecciones que nos brindó este difícil suceso. La gratitud me hizo valorar lo positivo dentro de cada situación.
Finalmente, el descanso fue otro factor importante en mantener ese balance y bienestar tanto físico como emocional. En vez de batallar con el hecho de que no había electricidad, aprovechaba y me acostaba a dormir temprano y me aseguré descansar las horas que mi cuerpo necesitaba para reponerse de todas las actividades del día. Era muy fácil madrugar cuando era necesario para ir a algún comercio porque me había acostado lo suficientemente temprano.
Ahora recordando todo lo vivido, me doy cuenta de lo importante que fue esa decisión de cuidar mi bienestar. Eso me permitió ponerme en pie y apoyar a otros para que también pudieran seguir hacia delante con sus vidas porque la vida continúa. Fue como seguir el protocolo de emergencia de un avión; ponerme la máscara de oxígeno primero para luego, ayudar a otros a ponerse la suya.
Te invito a buscar activa e intencionalmente tu bienestar siempre. No solo en medio de un evento catastrófico como el que vivimos en Puerto Rico, sino en todo momento. Reconozco que tu fórmula de bienestar puede ser MUY diferente a la mía y eso está bien. Lo importante es reconocer qué necesitamos para estar, sentirnos y mantenernos bien; buscarlo o hacerlo.
Muchas veces en medio de las situaciones difíciles, solemos perder el apetito o el sueño y nos invade el desgano y la falta de motivación para hacer cualquier cosa que nos ayude a mejorar la situación. Lo último que pensamos es en nuestro bienestar. Algunas personas me han confesado que hasta se sentirían culpables por buscar su bienestar en medio de una emergencia. Sin embargo, siempre he pensado que cuidar de nosotros es el acto más generoso que podemos tener con el mundo; solo si nosotros estamos bien, podemos dar lo mejor de cada uno a los demás. ¡No lo olvides!
© Mariely SylvetteMartínez
Mariely S. Martínez es coach profesional. Apoya a ejecutivos y empresarios en su desarrollo personal y profesional en temas de carrera, comunicación, empresarismo, y marca personal. Además, es trainer de los Principios del Éxito donde apoya a individuos a desarrollar su liderazgo personal para lograr sus metas y transformar sus vidas positivamente.
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